"Uno solo llora a aquellos gracias a quien se es" (dijo Lacan)
Cuando lloramos a aquellos que hemos perdido
es en parte porque ellos han contribuido a formar lo que somos
Son ellos quienes han tejido hilos invisibles de amor, experiencia y memoria
que se entrelazan para crear el tapiz de nuestra identidad
En ese sentido la muerte no es un final absoluto,
es una transición, una metamorfosis
Cuando decimos adiós a un ser querido, no estamos diciendo adiós a su
influencia en nuestra vidas, ni a su presencia en nuestros corazones
Sino que estamos comenzando un nuevo capítulo de nuestro vínculo con ellos,
uno que es interno, personal e inmutable
Como dijo Allouch; "el duelo no es tanto separarse del muerto sino, cambiar la relación que tenemos con él"
Podríamos decir poéticamente que cuando un ser amado muere
transita de estar contigo, a estar en ti
Por lo tanto el adiós nunca es para siempre porque la muerte no puede borrar el impacto que el ser amado ha tenido en nuestras vidas y en nuestros corazones
Mientras sigamos adelante, honrando sus recuerdos y manteniéndonos fieles a los valores y enseñanzas que nos dejó, seguirá viviendo en nosotros
En cada paso que damos, en cada decisión que tomemos y en cada amor que compartamos, estará ahí, siendo siempre parte de nosotros
Hooola Pipe!!
Mi Papá nos dejó hace poco más de 4 años, y en mi proceso, llegué a la misma reflexión que tú en los dos últimos párrafos. Siento, en mi caso por lo menos, que es lo mejor que podía hacer, honrar lo intangible de su existencia y darle valor a través mis actos.
Un gusto haber cruzado saludos y sonrisas por eléctrica y ahora seguir tu blog.
Un abrazo!!