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En nuestro sistema electoral se privilegian los proyectos políticos por sobre los personalismos, lo cual de cierta manera es muy bueno pues ahora se nos muestra algo que antes quedaba oculto tras un velo de espectáculo, así que ahora te mostraré de forma sencilla y bastante general de qué se tratan los distintos proyectos en juego para que puedas tomar la mejor decisión a la hora de votar
¿Izquierda y derecha son lo mismo? ¿Todas las ideologías son iguales? En primer lugar, los conceptos de izquierda y derecha políticas no son para nada esenciales y además te explicaré que las ideas políticas que están detrás de estos proyectos son distintas sobre todo en base a su relación con la historia, su función dialógica, su relación con la realidad y su relación con la ideología.
Seguro que para ti, te resulta muy normal escuchar que el debate político versa sobre conceptos de izquierda y derecha, pero realmente esta es una distinción conceptual muy nueva en la historia pues recién se originó a fines del siglo 18 (que históricamente fue ayer) y recién se popularizó alrededor del mundo durante los siglos 19 y 20 (o sea hace media hora) y la verdad es que existen diversas opiniones para interpretar qué es lo que realmente se mide a través de este eje entre izquierda y derecha y no hay para nada una sola forma de comprenderlo.
Una forma de comprenderlo es a través del criterio de la participación del estado en la economía. Si es que consideramos que el estado debe intervenir en materia económica, entonces somos izquierdas, mientras que si consideramos que el estado debe dejar que la economía se dé de forma absolutamente libre, entonces vamos por la derecha y esta ha sido la distinción fundamental entre izquierda y derecha durante la mayor parte del siglo 20. También se puede considerar que la participación del estado en los asuntos éticos debe ser la mínima y en ese caso estaríamos hablando de izquierda o que la participación del estado en estos temas debería ser contundente, en ese caso estamos hablando de derecha. Por otra parte, se postula que la izquierda busca que el estado se haga cargo de por ejemplo la sanidad y las pensiones de los individuos mientras que la derecha postularía que cada individuo debería ocuparse de sí mismo y así entre otros muchos criterios que generalmente se postulan como una dicotomía. Como una división de polos entre los cuales uno se mueve entre el blanco y el negro, el rojo y el azul, etcétera.
Y esto dibujaría un eje entre el cual las ideas y las fuerzas están en constante oposición pero resulta que esto no es nada más que un esquema para poder entender estas diferencias de proyectos, de hecho se pueden encontrar una serie de gráficos que intentan explicar la política a la luz de estos ejes a los cuales se le añaden otros indicadores y así se generan gráficos de coordenadas que parecen ser super científicos.
Lamento comunicarte que todos estos gráficos no se tratan más que de falsas analogías, te explico, pero vamos por parte.
Relación con la historia
Resulta que el origen histórico de esta oposición conceptual entre izquierda y derecha no es más que un hecho fortuito pues en principio no describe nada más que la ubicación de los delegados en la asamblea nacional francesa de 1789. En ese momento se debatía el peso de la autoridad real frente al poder de la asamblea popular en la futura constitución. Allí los diputados partidarios del veto real, la mayoría pertenecientes a la aristocracia o al clero, se agruparon a la derecha del presidente que no por casualidad es el lugar de confianza, mientras quienes se oponían a ese veto se ubicaron a la izquierda.
De esta forma a la derecha estaban los ultras realistas, los contrarrevolucionarios y los que de una u otra forma apoyaron la causa real, mientras del lado opuesto estaban los liberales, aquellos que eran partidarios de la revolución francesa, defensores de las libertades individuales y del libre intercambio.
Así que en primer lugar, mi izquierda es sinónimo de economía planificada, pues sus primeros representantes eran liberales y hasta hoy existe una izquierda liberal. Mi derecha significa primariamente libertad, pues sus primeros representantes eran abiertamente monarquistas y hasta el día de hoy existe una derecha que apoya a dictaduras alrededor de todo el mundo.
Así que, aquí ya tenemos nuestra primera conclusión; la distinción de izquierda a derecha no es una distinción estrictamente teórica sino que estos términos en primer lugar no son más que simples apelativos para poder caracterizar la posición que se tienen frente al statu quo por lo que no se deben sacar conclusiones a partir de tales conceptos.
Hace poco vi una publicación en instagram en la cual se explicaba que el fascismo es una corriente política de centro pues el fascismo supuestamente tendría al mismo tiempo componentes tanto de izquierda como de derecha esto probablemente se debe a que todavía existe gente que cree que el nacionalsocialismo era un tipo de socialismo cuando en verdad era una ideología abiertamente anti comunista, en fin.
Ni los conceptos ni las ideas políticas están ubicados en una especie de recta geométrica en la cual habría un lado derecho y un lado izquierdo para entonces poder realizar una operación como si se tratase de una recta numérica donde derecha e izquierda se anularían generando un centro así como si se tratase de -1 + 1 = 0. Ese argumento mediante el cual se considera que el fascismo sería una idea de centro es una falsa analogía de tomo y lomo pues izquierda y derecha no son denominaciones geométricas que sean esenciales a las ideas políticas. No es que el liberalismo o el comunismo tengan la propiedad de estar a la derecha o a la izquierda de algo, eso no tiene absolutamente ningún sentido. Izquierda y derecha sólo son apelativos que surgieron debido a una situación puntual, es decir son meramente casuales.
Distinta relación con la historia
Resulta que todas las ideas políticas sin importar de la tendencia que sean tienen algo en común, todas ellas buscan explicitar cual sería el que nosotros creemos que sería el mejor futuro posible. Si quisiéramos explicar de forma muy simple lo que significan izquierda y derecha tendríamos que considerar sobre todo la actitud que tienen ciertas ideas con respecto a la situación actual de las cosas (el statu quo) y el postulado que estas ideas hacen respecto a un proyecto de sociedad futuro.
Así que podríamos entender que lo que define una doctrina como de izquierda o de derecha es el acento que pone en sus ideas respecto al tipo de futuro que proyecta. Y ese tipo de futuro puede tener 3 formas:
Puede ser como aún no ha sido.
Puede ser como es ahora.
Puede ser como era antes.
De esta forma tenemos dos tipos de proyectos que involucran un cambio y uno que no. Me explico.
Una idea que considera que el mejor futuro posible consiste en cambiar a la sociedad de una forma que hasta el momento no ha tenido lugar, es una idea progresista. Una idea que considera que el mejor futuro posible es mantener a la sociedad así como esta es una idea conservadora. Y una idea que considera que el mejor futuro posible es cambiar a la sociedad de tal forma que vuelva a ser como alguna vez fue en el pasado, es una idea restauracionista.
De esta forma querer cambiar el presente sin repetir el pasado, es una idea de izquierda. Considerar que el presente está bien como esta, es una idea de derecha. Mientras que querer revivir supuestos esplendores del pasado es una idea de ultraderecha. Así las ideas de izquierdas buscan sobre todo el progreso. Las ideas de derecha buscan sobre todo la conservación, y, las ideas de ultraderecha buscan sobre todo la restauración y digo sobre todo porque lo importante aquí está en los acentos.
No hay ideas absolutamente puras ni proyectos que sean absolutamente inmaculados, sino que siempre hay ingredientes de distintas tendencias en todos los proyectos políticos, por eso la clave está en ver los acentos, es decir, el grado de importancia que se le atribuye a cada uno de estos aspectos en cada una de estas ideas, cada proyecto le pone un mayor o menor énfasis a cada una de estas tendencias.
Por eso los proyectos políticos que se concentran en ideas esencialistas (como la superioridad de una nación o de una raza o sobre todo la sensación de que el presente es decadente en comparación con un pasado supuestamente esplendoroso), son ideas de ultraderecha. El fascismo italiano buscaba recobrar el esplendor de Roma, el nazismo representaba el tercer imperio Alemán, el estado islámico busca reconstruir el Califato, Trump buscaba restaurar la posición de EEUU en la guerra fría y aquí en Chile, aún hay quienes sueñan con el orden de la dictadura. El fascismo jamás podría ser de centro, quien dice que el fascismo es de centro probablemente sea un restauracionista que no quiere que lo relacionen con Hitler.
En resumidas cuentas, querer un cambio y ser al mismo tiempo de derecha es contradictorio, y si se quiere un cambio, hay dos opciones; un cambio progresista y de izquierda (hacia adelante), es decir una evolución. o un cambio restauracionista y de ultraderecha (hacia atrás), es decir una involución y es que además como te habrás dado cuenta en estricto rigor el centro político no existe pues, o se quiere que todo siga siendo como está o se quiere que ello cambie. No es posible una tercera opción. No decidirse sobre este punto implica inclinarse implícitamente hacia la conservación de la situación que ya existe, cuando no hacemos nada las cosas siguen como están.
Distinta función dialógica
Izquierda y derecha tampoco son iguales con respecto a su función en el debate político. En un debate político hay dos posiciones posibles; o se afirma un cambio o reforma al modo en que ya son las cosas o no. Como dijimos, no hay una tercera opción, si creemos que las cosas deben cambiar, como postulan ideas tan distintas, entonces nuestra función en el debate será afirmar. Eso implica que debemos argumentar, tenemos que dar razones para postular ese cambio (tenemos que convencer). Por otra parte, si creemos que las cosas están bien así como están, tal como postula el conservadurismo, entonces nuestra función en el debate será negar, así que en este caso bastaría con que refutemos las razones de quienes quieren los cambios y nada más. Cuando se es conservador no es necesario ser propositivo.
Aquí ya te habrás dado cuenta que la posición que se tiene desde uno u otro lado del debate es bastante distinta, pues la postura conservadora lo tiene más fácil en el debate, el miedo al cambio es comúnmente la carta más utilizada para fortalecer cualquier postura negativa. Por decirlo de otra forma, nuestra tendencia a sentirnos seguros en la rutina normativa del día a día hace que (por decirlo así) el statu quo se defienda solo y de ahí que las falacias de pendiente resbalosa sean la herramienta más utilizada en todo tipo de argumentaciones ultraconservadoras. Nos dirán una y otra vez que si realizamos tal o cual cambio abriremos la puerta a la debacle. “Legalizamos el matrimonio igualitario hoy, dejan de nacer niños mañana”, “ponemos un impuesto a los super ricos hoy, vienen a quitarte tu casa mañana”. Te suena, ¿cierto?
Relación con la realidad
La diferencia entre las posturas de izquierda y de derecha también tiene que ver con cómo estas ideas se relacionan con la realidad y lo hacen de forma muy distinta, recuerda que en un debate la postura afirmativa, propone un cambio y la postura negativa refuta las razones para ese cambio y ahí es donde realmente se esconde el punto esencial; aquello que unos quieren que cambien y que otros quieren que siga igual es, la realidad. Pero la realidad no es algo que está por ahí como flotando en el mundo de las ideas, sino que, la realidad ya existe. La realidad ya es de cierta forma y no de una forma cualquiera, sino que, precisamente de la forma que defiende la posición negativa (la postura conservadora).
Esto quiere decir una cosa real muy muy importante: el statu quo defendido por la posición negativa es la realidad actual y no una realidad meramente posible, así que el statu quo no solamente se defiende solo sino que existe por sí solo y esto tiene una consecuencia muy relevante y es que todo debate político comienza con la derecha ganando por defecto. Por eso las protestas y manifestaciones de todo tipo que buscan cambios son más enérgicas que las de apoyo a lo que ya hay. A no ser, por supuesto, que se esté en una dictadura.
Y no se debe a que las personas que quieren cambios sean una sarta de delincuentes terroristas o violentistas, como muchas veces se les pinta, sino que es lógico que sea así, porque la realidad ya es de una forma y esa realidad tiene inercia. Así que se le debe aplicar energía y trabajo para que cambie, por eso es lógico que los conservadores parezcan menos enérgicos, pero eso no se debe a que no violentos sino simplemente aquí no necesitan aplicar fuerza para lograr su objetivo, pues las cosas tienden a permanecer tal como están, la realidad no cambia por sí sola.
A esta inercia de la realidad se debe aquella frase que seguramente has escuchado más de alguna vez: “quien dice no ser ni de izquierda ni de derecha, en verdad es de derecha”, ¿te suena? Y eso se debe a lo anterior ya que el debate político no se trata de puras ideas abstractas sino que está en relación con una realidad que ya existe por lo que quien no toma partido en una contienda política en verdad, está dejando que las cosas sigan siendo tal como están, así que por defecto esa persona está en el lado conservador. puedes no abogar explícitamente por un cambio, significa fácticamente permitir la conservación del statu quo.
Distinta relación con la ideología
Y a todas estas distinciones además se suma que la forma en que estas posturas se relacionan con la ideología tampoco es igual, aunque es muy común que una afirmación de cambio nazca una propuesta fundamentada teóricamente, es decir ideológica en el sentido doctrinario, eso no es del todo necesario pues se puede ir en contra del statu quo simplemente aborreciendo la realidad queriendo el cambio sin tener propuesta y esto es muy común bajo el concepto del rebelde sin causa, esto quiere decir que el progresismo no siempre es ideológico en sentido doctrinario. Sin embargo al contrario de lo que los conservadores generalmente admiten o están abiertos a admitir, la postura conservadora siempre es ideológica, pues el statu quo es la encarnación de una doctrina aunque comúnmente la refutación de toda propuesta de cambios de vista de sensatez (pensamiento crítico) y sentido común probablemente no haya nada más ideológico que el sentido común cuando se habla de ciertos temas sobre todos los temas mal llamados valóricos y digo mal llamados porque estos temas son en realidad de lo más dispar.
El concepto de tema valórico es en verdad una bolsa de gatos. Estos temas deberían subdividirse directamente entre temas realmente éticos, temas medioambientales y de sanidad pública. Pero lo paradójico aquí es que en este concepto de temas valóricos realmente se ve lo ideológico que es el sentido común, pues cuestiones tan importantes como la desigualdad social o la corrupción administrativa para este sentido común, ni siquiera entran dentro del espectro de lo valórico, ni siquiera son considerados temas de discusión ética. Y es que el statu quo que defiende la posición conservadora, es decir el estado actual de las cosas, es resultado del éxito de una doctrina que lo sustenta y que en él se ha hecho carne. La posición conservadora, la derecha política, no quiere que nada de esto que se ha hecho carne, cambie o al menos nada de lo que le es realmente sustancial y que constituye nuestra normalidad, y que si se ha perdido ahí entra el restauracionismo planteando que debe recuperarse.
Este planteamiento tanto conservadores como restauracionistas plantean que se sustenta en el orden natural de las cosas, lo cual me lleva a pensar que probablemente no haya nada más ideológico que oponerse a cambios que busquen mejorar la vida real de las personas, para en su lugar intentar proteger ciertas esencias presumiblemente inmateriales y que sospechosamente perpetúan en el poder o aumentan el poder de quienes hoy ya lo tienen.